“la moda no sólo estaba hecha para embellecer a las mujeres,
sino también para darles seguridad y confianza, y permitirles asumirse”. Yves Saint Laurent
En
estos momentos mi alma solo respira recuerdos y algo de tristeza de aquel
hombre genio que ayude a nacer, a reproducirse y de alguna manera a morirse.
Fui el típico hombre parisino que se codeaba con la alta sociedad parisina, el
que vivía entre cafés y eventos de artistas. Siendo sincero y sin mayor
arandelas, Fui Pierre Bergé ese precursor y supuesto manager que había
descubierto en una persona desconocida ese ingrediente único de talento, aquello
que es tan buscado a la hora de cazar un nuevo talento en una industria voraz,
como la moda.
Yves
Saint Luarent, fue mi amigo lejano, porque mientras él había nacido en Orán
Argelia Francia en 1936, yo había nacido al otro extremo del país en
Arceau, isla de Oléron en el año 1930. Yo era mayor que Yves y más
experimentado, aunque la edad para
nosotros siempre fue lo menos importante en nuestra relación. Lo cierto es que
éramos franceses y teníamos muchas cosas en común que estábamos dispuestos a
compartir.
Algo
común que había entre los dos eran nuestra familias, regidas bajo el mismo tipo
de formación: íntegra y acartonada, aquella que se basa en implantar en todo
momento un pensamiento ultra conservador, que para nosotros por ese tiempo y
por nuestra juventud desenfrenada nos parecía enormemente aburrido. En ese
núcleo familiar todo se debía hacer tal cual como ellos lo pedían, un ejemplo
es cuando el padre de saint Laurent, lo quería obligar a estudiar derecho, algo
que fuera formal y para ese tiempo muy rentable. Sin embargo el ya tenia claro
lo que le apasionaba y en lo que realmente era bueno.
Su
apoyo fundamental e incondicional nació a raíz de que su madre era una dama con
un exquisito gusto, lo que recuerdo de ella es que me inspiraba respeto porque
a partir de su estilo y de su vestimenta lograba ser de la alta alcurnia, creo
que tenía raíces aristócratas. Su mamá junto con sus hijas, las hermanas de
Yves Saint Laurent, se dieron cuenta lo valioso que era él como persona y que
su talento debía ser algo que se convirtiera en parte de sus características,
de sus habilidades y de su alma.
Yo
encontré esa mina de talento después de haber visto un desfile de Dior,
Christian había sido mi amigo por mucho tiempo, aunque debo confesar que parte
de su trabajo no me parecía relevante y diferenciador para lo que se veía venir
en esa época de cambios. Así que, después de haber culminado el show y de haber
visto un imponente trabajo, escuche: ¡es un resultado excelente y
gratificante!, aquel comentario venia de todos los que se encontraban en
primera fila. Decidí no esperar más y pararme de mi silla, salí a buscar en el
camerino al autor de semejante obra de arte, con tan sólo verlo y acercarme a él
supe que más adelante sería un personaje ineludible dentro del gremio parisino.
Después
de entablar muchas conversaciones y de haberlo conocido un 60%, le hice saber
que quería ayudarlo y que quería ser parte de su universo creativo. Para ese
entonces Yves Saint Laurent estaba buscando apoyo en todo sentido, ya que acababa
de salir del ejercito, tema que le había ocasionado quedarse sin trabajo y sin
una estabilidad emocional y económica en su vida. Y yo sabia que debía estar
ahí para él, así que poco tiempo después empezamos nuestra propia empresa en
compañía de un aburrido empresario estadounidense llamado Mack Robinson.
Una
vez conformada la marca decidimos que debía llevar el nombre de mi querido
amigo, Yves Saint Laurent, ya que él iba a ser el espíritu y esencia que estaba
detrás de un vestido o más bien de un estilo de vida, que más adelante como
grandes soñadores ese estilo lo convertiríamos y lo posicionaríamos como un
icono en todo el mundo.
Ahora
en lo que teníamos que pensar era en lo que se veía venir, y es que para poder
ser exitoso y dejar huella en la historia de algo, debíamos proponer y
reestructurar identidades estéticas de la mujer y de la vestimenta. De modo que,
sin lugar a dudas el que debía reformar, innovar e imponer nuevos estilos y
nuevas identidades era Yves Saint Lauren.
Él en gran parte de su juventud y del tiempo en el que estuvo trabajando
como mano derecha de Dior, vivía reprochando el hecho de que no lo dejaban ser
libre y de no poder trabajar a su modo. Ahora mismo recuerdo una de sus frases:
“Existen obstáculos y dificultades que obligan a desear aún más eso que suele
tildarse como imposible”.
Este
genio que en un principio se mostraba introvertido y algo confundido, empezaba
a definir cada vez mas su estilo trabajo y lograba caracterizarse entre las
mujer como el hombre del color negro. Pensándolo bien y conociéndolo
profundamente creo que esa especie de apodo le caía como anillo al dedo, porque no sólo de ese color estaba definida
su ropa sino que también su alma y su corazón, que con el paso del tiempo se
empezaron a manchar de ese color, un tono que él mismo lo definía como contundente
y misterioso pero dramático al mismo tiempo, y así era el.
Ya
habíamos sido señalados y juzgados por los grandes críticos de la moda por el hecho
de redefinir y adaptar el traje del hombre en la silueta de una mujer, mi amigo
en sus presentaciones proponía con los diseños y con la imagen de sus modelos
una apariencia andrógina de la mujer, todo el tiempo buscaba un yuxtaposición
entre los géneros y los cánones tradicionales de la vestimenta.
En
un principio no fue fácil, las criticas malas o en desacuerdo asechaban a Yves
Saint Laurent, quien no puedo aguantarse, esto lo llevo a deprimirse y a
mostrar su lado más sensible, para él esta etapa de su vida no fue fácil ya que
después de esto y de sentirse solo, empezó a usar algunos tranquilizantes y
somníferos. Yo en ese momento no sabía que hacer, así que para animarlo y
sacarlo de sus ideas denigrantes hacia si mismo, le recordé que lo único que teníamos que hacer
era esperar, para que esa creación e
invención que se había hecho tan polémica en un principio, con el paso del
tiempo se volviera en algo aceptado y alabado entre la sociedad.
Lo
que si recuerdo con exactitud, fue lo ultimo que le dije antes de abandonarlo:
debes estar preparado y reencontrado contigo mismo, para cuando ese ideal de
nueva mujer y de nueva vestimenta sea lo que te convierta en algo así como el
como el Rey de la Moda.